Desde hace unas décadas en todos los países desarrollados se han ido creando nuevas empresas industriales que combinan la actividad propiamente industrial con los servicios que necesita esta actividad industrial. En vez de los recursos tradicionales, esta nueva industria se basa en un uso intensivo del conocimiento tecnológico y en la generación de valor añadido a través del diseño y de las mejoras de los canales de distribución y de comercialización.
A nivel internacional, y también parcialmente en Cataluña, esta nueva actividad industrial la encontramos tanto en las grandes corporaciones que desarrollan departamentos especializados para llevarlas a cabo, como también en pequeñas y medianas empresas de ingeniería, consultoría, gestión y producción de conocimiento especializado para su uso industrial.
¿Está Cataluña bien posicionada para incorporarse a esta corriente o perderá el carro y se tendrá que conformar con servicios más tradicionales como por ejemplo los relacionados con la actividad turística? Afortunadamente esta nueva industria no se desarrolla sólo en sectores muy intensivos en conocimiento como por ejemplo la biotecnología o la ingeniería aeronáutica, sinó también en sectores en los cuáles Cataluña cuenta con una base instalada importante, como la automoción o la química. Hemos de agregar además que tampoco se pueden despreciar las posibilidades de innovación de los sectores de servicios más tradicionales como el mencionado sector turístico.
Ciertamente si pudiéramos escoger un modelo industrial para Cataluña querríamos un tejido de empresas con productos competitivos internacionalmente y de alto valor añadido y que cuenten con una red de servicios y proveedores que aseguren lugares de trabajo diversos, desde los más cualificados hasta los más básicos en la parte baja de la cadena.
¿Se puede incidir mediante la política industrial en la atracción de las actividades intensivas en conocimiento y en la generación de ocupación? ¿Se puede modelar desde las políticas públicas el tipo de estructura industrial que queremos para Cataluña?
Está claro que dotar al sector industrial de las infraestructuras necesarias para fortalecer el sistema de educación básica y de formación de capital humano pueden ser vías de apoyo hacia este nuevo modelo industrial, pero si una cosa hemos aprendido los economistas es que los resultados pueden ser diferentes a los deseados y en general bastante impredecibles cuando se intenta influir en las decisiones de los agentes económicos sin tener en cuenta que sus incentivos privados se alineen con los objetivos sociales.
No obstante, todos los países europeos intentan dar apoyo a sus industrias para mantener los puestos de trabajo asociados, e incluso en países como los Estados Unidos, que tradicionalmente han renegado de la política industrial por dirigista y por dar demasiado poder al estado, hay un apoyo directo a muchas industrias. Por ejemplo en los Estados Unidos no se podría entender históricamente el desarrollo de Internet y toda la industria asociada sin la intervención directa inicial del Departamento de Defensa y actualmente el Departamento de Energía da apoyo financiero a empresas privadas para que desarrollen tecnologías verdes, como por ejemplo los coches eléctricos o los paneles solares. Por otra parte el crecimiento formidable del sector manufacturero chino tampoco se puede entender sin el apoyo público a sus nuevas industrias, tanto inicialmente desde empresas públicas donde se incubaron las capacidades técnicas y de gestión como por el apoyo local para generar una red de proveedores a las industrias de automoción y de productos electrónicos. Por lo tanto, miremos donde miremos hay un apoyo público decidido a las industrias locales y un intento de mantener un cierto modelo industrial nacional.
En definitiva la cuestión no es tanto si tiene que haber una estrategia hacia un modelo industrial concreto y una política que implemente esta estrategia, o qué tipo de modelo deseamos, sino que tipo de estrategia y qué tipo de intervención es lo más conveniente.
Si estudiamos más a fondo los modelos exitosos podemos ver que la política indsutrial es más un entorno y un clima determinado que un conjunto de políticas o recetas que se puedan aplicar. Es decir, la mejor política industrial puede pasar por generar un entorno adecuado para que se puedan visualizar y aprovechas las mejores oportunidades, y no tanto por intentar dirigir las decisiones hacia sectores más o menos concretos. Así se está haciendo por ejemplo en Alemania, con incentivos para que la industria pueda aprovechar las nuevas oportunidades. Estos incentivos se pueden articular con la contribución a la financiación de actividades de investigación, incentivos fiscales o ayudas para la colaboración entre el mundo académico y empresarial.
Otro aspecto importante que no se puede olvidar es que un entorno adecuado también implica que cada quien haga frente a sus propios riesgos. Es decir, lo pero que se puede hacer es intentar eliminar los riesgos asociados con la actividad empresarial e industrial. Es verdad que para que la innovación sea posible se tienen que asegurar unos rendimientos adecuados para los inversores, pero una política inadecuada de incentivos puede elevar estos rendimientos por encima de los niveles razonables y eliminar la evaluación correcta de los riesgos, desviando las inversiones hacia actividades que a la larga se demostrarán de poca rentabilidad. Por lo tanto la intervención pública no puede asumir nunca los riesgos privados.
Por último un aspecto muy importante de un modelo industrial adecuado es un entorno competitivo y la existencia de oportunidades para nuevos entrantes en las industrias, porque en definitiva no se trata de favorecer a determinadas empresas (una política de escoger a los ganadores) sino de faciliar las vías para que se puedan aprovechar las oportunidades existentes.
(publicado en el Suplemento +Valor de El Periódico de Catalunya, 22/3/2011)